Nuevo Directorio de Catequesis. (Síntesis
del lanzamiento)
Redactado por el Pontificio consejo para
la promoción de la nueva evangelización, el nuevo «Directorio para la
Catequesis» fue presentado en directo a través de vídeo el jueves, 25 de junio.
“La evangelización es la tarea que el
Señor resucitado confió a su Iglesia para ser en el mundo de todos los tiempos
el fiel anuncio de su Evangelio. Prescindir de este presupuesto equivaldría a
convertir a la comunidad cristiana en una de las muchas asociaciones
beneméritas, fuerte durante sus dos mil años de historia, pero no la Iglesia de
Cristo”.
En efecto, para quienes se dedican al gran compromiso de la catequesis
puede marcar una provocación positiva porque permite experimentar la dinámica
del movimiento catequético que siempre ha tenido una presencia significativa en
la vida de la comunidad cristiana.
La dedicación con la que trabajan, sobre
todo en un momento de transición cultural como éste, es el signo tangible de
cómo el encuentro con el Señor puede transformar a un catequista en un genuino
evangelizador.
A partir del Concilio Vaticano II lo que hoy presentamos es el tercer
Directorio. El primero de 1971, segundo de 1997. Han sido una ayuda importante
para dar un paso decisivo en el camino catequético, sobre todo renovando la
metodología y la instancia pedagógica. El proceso de inculturación que
caracteriza en particular a la catequesis y que, sobre todo en nuestros días,
demanda una atención muy particular, ha requerido la composición de un nuevo Directorio.
La Iglesia se enfrenta a un gran desafío que se concentra en la nueva
cultura con la que se encuentra, la digital.
La velocidad con que se modifica el
lenguaje, y con él las relaciones conductuales, deja entrever un nuevo modelo
de comunicación y de formación que afecta inevitablemente también a la Iglesia
en el complejo mundo de la educación.
La presencia de las diversas expresiones
eclesiales en el vasto mundo de Internet es ciertamente un hecho positivo, pero
la cultura digital va mucho más allá. Ella toca de raíz la cuestión
antropológica, decisiva en todo contexto formativo, sobre todo en lo referente
a la verdad y a la libertad.
En la era digital, veinte años son comparables, sin exageración, al
menos a medio siglo. Por este motivo, el Directorio no sólo presenta los
problemas inherentes a la cultura digital, sino sugiere también cuáles caminos
seguir para que la catequesis se convierta en una propuesta que encuentre al
interlocutor en condiciones de comprenderla y de ver su adecuación con el
propio mundo.
Existe, sin embargo, una razón más de orden teológico y eclesial que ha
llevado a redactar este Directorio.
La invitación a vivir cada vez más la
dimensión sinodal, no se pueden olvidar los últimos Sínodos que ha vivido la
Iglesia.
La catequesis, por lo tanto, debe estar
íntimamente unida a la obra de evangelización y no puede prescindir de ella.
Necesita asumir en sí las características mismas de la evangelización, sin caer
en la tentación de convertirse en un sustituto o querer imponer a la
evangelización sus propias premisas pedagógicas.
El corazón de la catequesis es el anuncio de la persona de Jesucristo,
que va más allá de los límites del espacio y del tiempo para presentarse a cada
generación como la novedad que se ofrece para alcanzar el sentido de la vida.
En esta perspectiva, se indica una nota fundamental que la catequesis debe
hacer suya: la misericordia.
Otra novedad del Directorio es el
vínculo entre la evangelización y el catecumenado en sus diversas acepciones
(cf. n.62). Es urgente llevar a cabo una “conversión pastoral” para liberar a
la catequesis de ciertos lazos que le impiden ser eficaz.
El primero se puede identificar con el
esquema de la escuela, según el cual la catequesis de la iniciación cristiana se vive sobre el paradigma de la escuela.
El catequista sustituye al maestro, el
aula de la escuela se sustituye por la del catecismo, el calendario escolar es
idéntico al de la catequesis...
El segundo es la mentalidad según la
cual la catequesis se hace para recibir un sacramento.
El tercero es la instrumentalización del
sacramento por parte de la pastoral, de modo que los tiempos de la Confirmación
se establecen por la estrategia pastoral de no perder el pequeño rebaño de
jóvenes que queda en la parroquia y no por el significado que el sacramento
posee en sí mismo en la economía de la vida cristiana.
En esta línea, todas las
expresiones de verdadera belleza pueden ser reconocidas como un sendero que
ayuda a encontrarse con el Señor Jesús… Entonces se vuelve necesario que la
formación en la via pulchritudinis esté inserta en la transmisión de la fe (EG
167). Una nota de particular valor innovador para la catequesis puede
expresarse por la vía de la belleza sobre todo para permitir conocer el gran
patrimonio de arte, literatura y música que posee cada Iglesia local. En este
sentido, es comprensible que el Directorio haya colocado el camino de la
belleza como una de las “fuentes” de la catequesis (cf. nn. 106-109).
Una última dimensión ofrecida por el Directorio se encuentra en ayudar a
entrar progresivamente en el misterio de la fe. Esta connotación no puede ser
delegada a una sola dimensión de la fe o la catequesis. La teología indaga el
misterio revelado con los instrumentos de la razón. La liturgia celebra y evoca
el misterio con la vida sacramental. La caridad reconoce el misterio del
hermano que extiende la mano. La catequesis, de la misma manera, nos introduce
progresivamente a acoger y vivir el misterio globalmente en nuestra existencia
diaria.
Una verdadera catequesis nunca estará
tentada a decir todo sobre el misterio de Dios. Por el contrario, ella deberá
introducir el camino de la contemplación del misterio haciendo del silencio su
conquista.
Por lo tanto, el Directorio presenta la catequesis kerygmática no como
una teoría abstracta, sino más bien como un instrumento con un fuerte valor existencial.
En resumen, una catequesis de este
género permite descubrir que la fe es realmente el encuentro con una persona
antes de ser una propuesta moral, y que el cristianismo no es una religión del
pasado, sino un acontecimiento del presente. Una experiencia como ésta favorece
la comprensión de la libertad personal, porque resulta ser el fruto del
descubrimiento de una verdad que hace libre (cf. Jn 8,31).
Por mucho tiempo la catequesis ha centrado sus esfuerzos en dar a
conocer los contenidos de la fe y con qué pedagogía transmitirlos, dejando
desgraciadamente de lado el momento más determinante: el acto de elegir la fe y
dar el propio asentimiento.
S.E. Mons. Rino Fisichella