Jesús y una actitud ASQUEROSA

20:12:00

IV Domingo de Cuaresma
Evangelio de Juan 9.1.6-9.13-17.34-34
Falta poco tiempo para celebrar la fiesta de las fiestas (la Pascua), y nuestro tiempo de preparación (cuaresma) se va agudizando poco a poco.
El evangelio de este domingo es uno de mis favoritos, quizá el milagro más espectacular que realizó Jesús, para mí.
Relato:
Mientras Jesús caminaba, VIO un hombre “ciego de nacimiento”. Dialoga con sus discípulos acerca de la “causa” de la desgracia de aquel hombre. 
Muchos hemos visto en los templos y estampitas a un Jesús limpiecito, de mejillas rosaditas, de una cabellera brillante y  labios muy bien cuidados, y ¿Qué hay del Jesús asqueroso?

Espero no ser tan irrespetuoso, y pido mil disculpas si lo soy. Tan solo “imaginen”  o mejor aún,  recuerden  aquella vez que vieron a un hombre o mujer escupir. Yo  lo hice alguna vez, me causó cierta intranquilidad, quieran o no, es un acto no muy desagradable, hasta cierto punto asqueroso.
Juan nos relata que Jesús ESCUPIÓ  en el suelo, hizo barro con saliva, se lo UNTÓ  en los ojos al ciego y le dijo: Ve a lavarte a la piscina de Siloé. (V.6-7)
Y como ya sabemos, fue, se lavó, y quedó curado (pudo ver, ¡que maravilloso habrá sido ver el color del cielo, las formas de los árboles y las rocas!).
Jesús cura desde los “aspectos asquerosos” que piensa la sociedad, pues la ceguera era considerada como una “maldición”, el ciego solo podía dedicarse a “pedir limosna”, y la gente que lo conocía no pueden creer, al igual que los fariseos, que no aceptan el milagro, no quieren ver, porque Jesús no guardó el sábado. Surgen preguntas ¿toda la gente antes de que el ciego sea curado, se dirigían a él? ¿Le abran ayudado? ¿Los fariseos se habrían acercado para almenos dedicarle una palabra amable?
El evangelio no nos dice nada, yo creo que no,  sería marginado como muchos ciegos o leprosos, pero es Jesús que no solo lo cura de su enfermedad física, sino de la social, es decir, la gente habla con él, “es el centro de atención”, ya no es el marginadito.
Es nuestra sociedad la que puede hacer de alguien, de pocos o de muchos que se  sientan «acogidos o marginados, sanos o enfermos, confiados o desesperados, en manos de Dios o simplemente perdidos.» (Conf. Maturana: 365)
Jesús, rompe esa lógica de la sociedad, incluso desde aspectos asquerosos, su curación es salvación, que abarca dimensiones físicas, religiosas, sociales y políticas.
Nadie cree que es él, pero liberado de su ceguera, aquel hombre  puede decir con firmeza y autoestima, “SOY YO”.
Cuando leía el momento en que Jesús hizo barro o lodo  me ponía a pensar en mis hermanos de la costa, que lo perdieron todo a consecuencia de los huaicos.
 En medio de esta desgracia hubo otras frases que idealizaron el momento: “la solidaridad es más fuerte que la naturaleza”, poniendo énfasis en esa solidaridad que en muchos casos quedará en palabras.
Para muchos de nosotros, que estamos “instalados” no muy lejanamente de estos sucesos eran simplemente “noticias”, quizá alguno colaboró con campañas, mientras otros siguieron su vida normal justificándose que “de su ayuda se aprovecharían otros”.
Este colapso de los ríos y las fuertes precipitaciones fluviales, provocaron pequeños pero significativos cambios en la estructura social, económica, política, cultural, ecológica, gastronómica, etc.
¿Nosotros tenemos que ver algo en estos cambios? Desde luego que sí.
Se trata de una pregunta muy amplia, que abarca temas de ecología (cuidado de la casa común), que va desde el botar desperdicios a los ríos, pasando por una falta de “cultura de la prevención” que no se trata de evitar que  llueva mucho, o que pase terremotos sino de reducir su impacto o su riesgo, hasta obras sociales envueltas en corrupción (construcción de puentes-plantas de tratamiento).

¿Qué hubiéramos hechos, si todo esto hubiera pasado en el Cusco?  ¿Estamos preparados? ¿Qué nos da la seguridad que no pasará en nuestra tierra? ¿Qué hacemos para estar “prevenidos” y  estar al frente en caso de desastres?
Esta desgracia ocurrida en el interior de nuestro país, más allá de las complicaciones que tendrán que sobrellevar nuestros pueblos afectados, mide el pulso de nuestra SOLIDARIDAD.
La naturaleza ha puesto sus dedos en las llagas de nuestras relaciones, que se dan entre nosotros y con la naturaleza, refleja cuanto somos solidarios, y el respeto que le damos a naturaleza.
¡Cuánto tenemos de aprender de nuestros antepasados!
¡Nadie quiere VER, JUZGAR Y ACTUAR!
Quizá queremos seguir en nuestra ceguera, porque nos absuelve del compromiso, imagínense a Jesús que solo hubiera orado por aquel ciego, ojo nadie puede negarlo, la oración ES FUNDAMENTAL E IMPORTANTE, MANTIENE LA ESPERANZA Y NO PODEMOS DESPRECIARLA.  Pero es Jesús quien nos enseña el actuar cristiano, que es oración y acción.






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