LA COFRADÍA DEL GLORIOSO PATRÓN SANTIAGO DE OLLANTAYTAMBO
"La
historia como progreso de la consciencia de la libertad", fue
propuesta por el maestro Hegel, y con la libertad propia de esta pandemia,
quise imbuirme en los misterios insondables de la Parroquia Santiago Apóstol de Ollantaytambo, como fruto de esa
investigación pongo en sus manos, y en el patrimonio intelectual de esta gran comunidad
de feligreses, la traducción y comentario en torno al libro de LA COFRADÍA DEL
GLORIOSO PATRÓN SANTIAGO DE OLLANTAYTAMBO, presente en esta parroquia desde
1666 - 1788.
Por privilegio inmerecido, obtuve la administración del libro de fábrica de dicha cofradía, el texto original, las hojas corroídas por el transcurrir del tiempo, era la prueba material y figura externa de una administración del siglo XVII, donde el puño y letra de hombres y sacerdotes de gran estima, se impregnaron para la construcción histórica de este pueblo y de su fe.
Con lupa en mano, hice trabajar a mis ojos vagabundos, fui pasando a limpio, aquellas palabras poco legibles. Desde el inicio, fue un recorrido grato, pues me topaba con personajes particulares, conocidos en el ambiente eclesiástico, en la vida social y en nuestro pueblo como “Mayordomos”
Aun soy consciente que fuimos ingratos con estos
personajes, aún falta estudios sobre el alcance etnográfico, religioso y
sociológico de los mayordomos en los diferentes pueblos y fiestas.
Fueron hombres que supieron equilibrar su fe y sus
obras, en muchos casos tuvieron que organizar las fiestas patronales, velando
por el cuidado y desarrollo del templo, la cofradía, la defensa de la fe católica
en los pueblos y de la Santa Madre Iglesia de la que son hijos reconocidos.
Sin duda nuestros mayordomos son personajes que pasaron
y pasarán a la historia por el grado de amor a Dios que manifestaron en sus
obras, fueron humanos, en algunos casos demasiado humanos, pero dejemos el
juicio a Dios.
¿Dejaremos en silencio a la Mayordomas? Mujeres de fe,
que ante la invisibilización social, estuvieron ahí firmes y constantes,
enfrentando la adversidad y exigencia que implicaba organizar las fiestas,
mujeres que en silencio fueron caminando codo a codo, y a veces con un pie
adelante al ritmo de las fiestas, ante ellas solo queda decir junto con nuestro
al Maestro Jesús “tu Padre que ve lo secreto te lo recompensará” (Mt 6,6)
Los mayordomos cumplieron su misión hasta el último suspiro.
Bajo el amparo de Santiago Apóstol, aquel santo que fue reconocido como el
Illapa, hoy su vida sigue inspirándonos para seguir adelante, teniendo a Dios
no solo como Camino, sino también como Compañero del mismo.
La historia de fe en el pueblo de Ollantaytambo es
profunda y memorable, desde las celebraciones del Niño Jesús en Markaqocha
quien abre las festividades en cada bajada de Reyes (06 de enero), hasta la
pomposa y ordenada Fiesta de Nuestro viejito el Señor de Choquekillka, en
Pentecostés.
Así es el devenir de la fe ollantina, firme y decidida,
que se hace patente en las diferentes muestras fenomenológicas. Sin embargo,
surge una cuestionante ¿qué pasó con esta fiesta en torno al Patrón Santiago?
¿En qué momento se relegó a un lado? ¿será que no logró calar en el corazón de
los ollantinos? Ante esta secuencia interrogativa, se pueden añadir otras
tantas, incluso más agudas, pero cabe la certeza, que, en algún tiempo, la
figura de Santiago representó un aliciente espiritual, que motivó a hombres y
mujeres a cumplir en su vida la misión de mayordomos y mayordomas.
Muchos quieren regresar a un pasado supuestamente
prodigioso o paradisiaco, no solo remontándose a la época colonial, o a la
época inca, sino incluso a la pre-inca. Pero la historia es evolutiva,
dinámica, donde algunos valores quedan como tradición y otros tantos se
desconstruyen. Muchos de los que quieren “volver” no precisan, ni se reconocen,
como sujetos históricos, capaces de generar historia. Y en esta perspectiva de
presente y futuro cabe las preguntas ¿cuál es la misión actual de los
mayordomos? ¿seguirán haciendo historia?
Ante tan magna definición Ciceroniana de la historia,
Miguel de Cervantes Saavedra, completa un postulado de lectura: “La historia es la advertencia de lo que
está por venir” ante tan cercana o lejana advertencia la historia es madre.
Tres siglos después, volvemos a vivir una pandemia a
escala mundial, muchos hermanos y hermanas murieron y morirán, maestros,
alcaldes, intelectuales, mayordomos, sacerdotes, porque así es la vida, tiene
su final, pero la historia nos enseña que la muerte no tiene la última palabra,
nos espera Dios, hagamos de nuestra vida una historia que valga la pena
recordar y llorar, pues solo se muere definitivamente cuando nos olvidan.