EL ENCUENTRO PERSONAL CON JESÚS POR EL ¿SILENCIO O GRITANDO?”

21:08:00


           DOMINGO 30° DEL TIEMPO ORDINARIO

“ENCUENTRO PERSONAL CON JESÚS POR EL ¿SILENCIO O GRITANDO?”


 Comentario al Evangelio Mc 10,46-52
28 de Noviembre del 2018 
Por: Mijaíl Enríquez Huamani

 "Porque me piden que me calle, si nací gritando"




Es curioso, caer en la cuenta que entre todos los sentidos que posee el hombre la vista sea uno de los más importantes. ¡Existen personas que no podrán ver nunca los colores del cielo o de las personas! ¿Cómo se enamoran? ¿Importará el físico para ellos?


Hace un tiempo atrás escribí una novela: “Héroe de la Memoria en el Silencio” donde Gregory (un personaje) fue perdiendo la vista; a diferencia que su esposa, que había nacido con la capacidad de no ver nada; no se enamoraron con los ojos físicos sino con los ojos del alma.



Pero dejando de lado el drama literario, pasemos a otro drama. A uno más existencial y desde luego que abarca el ámbito de la fe.

Se trata de otro ciego, no sabemos si de nacimiento o que fue perdiendo la vista. Su nombre era Bartimeo (BAR= hijo); “Hijo de Timeo”, y obviamente contextualizándonos, es uno que no tiene importancia, solo le queda pedir limosnas, vivir de la caridad de «otros». ¿Qué esperaría? ¿Una ayuda o simplemente la muerte?


Aquel dia  fue  “especial” Jesús el Nazareno, pasaría por su lado. Al oír que era Jesús comenzó a gritar,
«Hijo de David, ten compasión de mi»
Muchos lo callaban, y se entiende. El Maestro pasa, todos deberían estar en silencio, es el maestro; como cuando pasa alguien importante,  si nos causa furor gritamos pero si solo uno grita, queda en ridículo e in-comoda.
Jesús lo manda a llamar, el ciego soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.

Jesús le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti?
Y como es de esperar, le pidió que pueda ver.

Benedicto XVI escribía: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva»
Siguiendo tales palabras, aquel ciego se convirtió en cristiano, tuvo un encuentro personal. Lo interesante y genial es que no lo hizo por medio del silencio y la meditación, sino por su sus gritos de esperanza, productos de una fe marginal.

«La capacidad de gritar está en cierto modo relacionada con la infancia, un niño cuando quiere algo, no duda en gritar, no duda en ser molestoso. Grita también un hombre adulto en los momentos difíciles de su vida en los momentos de angustia, aunque el grito sea interno »

Sin duda, Jesús escucha no solo a los que se quedan meditando calladitos, sino a los van gritando y clamando, las impotencias que reconocen en sus vidas y en la sociedad.
Ante tal grito: el responde:

 ¿Qué quieres que haga por ti?


Cuantas personas, pobres, marginales, mujeres que sufrieron violencia y seguirán sufriendo, migrantes, hermanos venezolanos, nicaragüenses, claman y no somos capaces, de preguntar:
¿Qué quieres que haga por ti? Sin ir muy lejos, en casa, somos incapaces de ofrecernos nuestra ayuda.
La respuesta de Jesús es siempre liberadora «Anda tu fe te ha curado», porque nos libera de nuestras cegueras del conformismo, indiferencia, egoísmo, etc.

El final es aún más interesante:
«Recobró la vista y lo seguía por el camino» un verdadero discípulo de Jesús. Ya no es el ciego marginal, sino el discípulo del Maestro, aprendamos de su ejemplo, renovemos nuestro compromiso, tiremos nuestras capas que nos friegan, Gritemos, y si no nos escuchan, gritemos más fuerte, y si nos callan, aún más fuerte, aunque el grito sea interno, aceptemos  a Jesús en nuestras vidas, y salgamos retomando con fuerza esa opción de Cristo: La opción por lo pobres y marginales.


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