¿SAN PABLO FUE MACHISTA?

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DECONSTRUCIÓN DEL «MACHISMO» DE  SAN PABLO
Por: Mijaíl Enríquez -2018


Vivimos tiempos muy particulares, donde la paridad entre hombre y mujer resulta muchas veces conflictiva. Conceptos como fraternidad están siendo puestos en tela de juicio, y la sororidad empieza a tomar fuerza, al igual que todo lo que tenga que ver con la mujer, lo femenino; y en un contenido más denso: el feminismo.
¿Qué tiene que ver el feminismo con San Pablo? ¡Pues mucho! Ya sea para defender la propuesta paulina de re-significar o de-construir la acción de la mujer en la historia de la salvación, o para criticar cierto desequilibrio misógino a la luz de algunos pasajes paulinos.

Incluso dentro de la misma teología feminista, cuyos acercamientos a la interpretación de la Sagrada Escritura varían, se mantiene un común denominador: «la mujer, su liberación, y la conquista de derechos iguales a los del varón»[1]

Dentro del feminismo en su versión radical, se encuentra un rechazo a la autoridad de la Biblia, por ser un producto de varones que aseguraron su dominación sobre la mujer (androcentrismo), sin embargo, muchas feministas radicales, incluso de las más combativas; tienen cierto respeto y deferencia a la persona  de Jesucristo, por su propuesta y su opción por los pobres, marginales y desde luego por las mujeres. (Cof. Lc 11,27-28; 10,38–42;  Mt 5, 28-29; Jn 8,11; etc.)

Este mismo aprecio y estima no se da frente a la figura de San Pablo, porque tendría algunos textos “infelices” o “malditos”; que le otorgarían adjetivos como el “apóstol misógino”. En este artículo analizaremos las perícopas  del corpus paulino (1Cor 11,116; 14,33b35) y de los otros escritos (1Tim 2,11; Col 3,18-19; Ef 5, 21- 33) que levantan mucha furia y desconfianza para cualquier persona  filo-feminista o no, que haya escuchado o leído esta parte de la biblia, sin ninguna profundización, con la finalidad de desmitificar el machismo atribuido al apóstol incluso actualmente.

TEXTOS POLÉMICOS DENTRO DEL “CORPUS AUTENTICO DE PABLO”


Pablo hace referencia explícita  del papel de la mujer en la ekklêsía. En concreto:

-      1Cor 11,116

Este largo pasaje refleja conceptos que  hoy nos resultan ofensivas hacia la mujer. Subordinación explícitamente al varón “la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre” (v. 3) y afirma que “el hombre no fue creado a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre” (v.9).                            
Sin embargo, y de un modo algo contradictorio, se dice también que “así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer” (v.12).

El texto no deja lugar a dudas, algunas mujeres podían ejercer la profecía, pero según San Pablo con la condición de tener cubierta la cabeza. Para diferenciarse de una «práctica pagana muy difundida que recibía el nombre de  akatakálypton, es decir “sin velo” o según otros intérpretes “con el pelo suelto”. Esta práctica le parecía a Pablo inaceptable, y trata de disuadir a los corintios con argumentos que hoy nos parecen bastante poco convincentes»[2] (usar velo para evitar la agresión angélica, o manifestar pudor, etc.) Schüssler Fiorenza interpreta akatakálypton como «con el pelo suelto»[3]

Pablo participa de la idea común propia de su cultura, que «la inferioridad de la mujer no es sólo una cuestión de ordenamiento social, sino que arranca de su naturaleza»[4].

Según Antoinnette Clark, autora de “Las profetisas corintias”;  Pablo se estaría enfrentando en 1 Cor con un grupo de mujeres que, sacando todas las consecuencias de la igualdad proclamada en el bautismo, se habrían sacudido el velo como signo de su sumisión al varón.

Sería interesante considerar, por ejemplo, que algunas mujeres rechazaron aceptar la caracterización paulina y de la sociedad como inferiores. Pero tales esperanzas permanecen en el inframundo de la especulación histórica.

-      1 Cor 14, 33B35.

«Que las mujeres estén calladas en las asambleas, no les corresponde tomar la palabra. Que estén sometidas, como lo dice también la Ley »
La abrumadora mayoría de exégetas concluye que este texto es una interpolación. Es decir, fue introducido en una época más tardía. Se cuenta con  razones tanto internas como externas que prueban esta afirmación:

Razones internas: El mandato de que las mujeres deben callar en las asambleas contradice lo dicho en 1 Cor 11,116. El texto del capítulo 11 manda a las mujeres cubrirse la cabeza cuando profetizan. Por tanto, presupone que las mujeres podian hablar en las asambleas. Una contradicción tan visible no se le podía atribuir al apóstol.

Los versículos 33b35 interrumpen el discurso del capítulo 14. Si los eliminamos, v. 33a encaja suavemente con v. 36. Los versículos 33b36, además, nada tienen que ver en su temática ni con lo que precede ni con lo que prosigue. Haciendo una crítica textual, se encuentra una interpolación.

TEXTOS DEUTEROPAULINOS QUE CAUSAN POLÉMICA.

Los textos sobre las mujeres en Efesios y Colosenses dan testimonio de una “re-normalización” del papel de la mujer. “Mujeres, sométanse a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amen a vuestras mujeres y no sean ásperos con ellas” (Col 3,1819 Cfr. Ef 5,2224). A los maridos se les manda amar a sus mujeres, pero a éstas se les manda someterse a los maridos. Lo que es socialmente aceptado es percibido como lo establecido “naturalmente”, y por ende, como voluntad de Dios; como diría el filósofo Foucault “no hay mayor poder, que aquel que se ha normalizado”. A las mujeres cristianas se les manda hacer lo que a las demás mujeres en el ambiente helenístico: Someterse al varón.

En las cartas pastorales el tono del discurso sobre la mujer es muy similar: “Que la mujer aprenda calladamente, con toda obediencia. Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada” (1Tim 2,1112. Cfr. 1 Tim 2, 915 y Tito 2,35). Este pasaje pudo muy bien haber inspirado al interpolador que introdujo en 1 Cor los versículos 14,33b35.

Col 3,18-19

Un texto que con mucha probabilidad se escribió en la cárcel (aprox. 56-57) y que en su estructura y composición refleja muchos detalles que no provocan consenso, el mismo estilo no concuerda con las cartas auténticas de San Pablo.

«18 Mujeres, sean sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.         
                    
Sin darle tanto rodeo, la palabra que enerva la sangre del discurso feminista contra este texto es « ποτάσσεσθε – hypotassesthe- sujetas» (Col 3,18-19, Efesios. 5, 21- 33) «Pero basta seguir leyendo el texto para darnos cuenta de la belleza de sus palabras acerca de la dignidad de la mujer y la igualdad de derechos y deberes del hombre y la mujer, creados por Dios»[5]

Consideremos que el contexto en el que vivió y escribió Pablo fue marcadamente patriarcal, sin embargo, reconoce el vínculo y la designación especifica (maridos amen a sus mujeres. v. 19).

Es decir, que en una época intensamente androcéntrica; donde la mujer es equiparable con una “cosa”, Pablo les exhorta a que se sometan a su maridos, pero no a cualquier marido sino a un marido que ama, que se entrega, que la cuida como a sí mismo, que la alimenta y la considera parte de sí mismo.

Si tal es la relación de respeto y amor, no solo hay «sometimiento» sin más, sino «entrega total».

«Se trata de un el «código familiar» que se puede encontrar en la filosofía helenística popular. El NT lo ha incorporado en varios lugares (Ef 5,22-6,9; 1 Pe 2,13-3,7; Ti 2, 1-10; 1 Tim 2,8-15; 6,1-2; etc.), donde se le ha dado una perspectiva ética cristiana»[6]. «Dentro del derecho romano, las mujeres no contaban con la patria potestad»[7], tenían que estas vinculadas o dependientes de un varón; ya sea su padre o marido.
Ciertamente ante tal designación, Pablo toma parte u opción por las mujeres, pero aun no logra “alejarse”  de la consideración de inferioridad de las mujeres. Sin embargo, ellas serían las que recibirían con alegría y compromiso ese mensaje como norma vida.

EL «GENIO FEMININO»[8] DE MUJERES EN TORNO A PABLO

San Pablo, tuvo un trato evolutivo con las mujeres, característica psicológica muy particular del ser humano, que progresa en sus relaciones interpersonales. No dudó en demostrar a lo largo de su vida con palabras y gestos llenos de amor y aceptación, resaltando las cualidades específicamente femeninas, consideradas como auténtico patrimonio para la humanidad y para la Iglesia, e imprescindibles para sembrar el Reino de Dios por todos los confines de la tierra.

San Pablo tuvo a contacto con muchas mujeres, y las cartas nos reflejan que muchas de ellas sentían ese “status incongruente” y lo apoyaban en su misión,  de  la formación y en la edificación de las primeras comunidades cristianas bajo la influencia paulina.

A continuación dejamos un breve bosquejo de las mujeres con nombre y actividad propia.

Lidia, la comerciante de púrpura (Hch 16,14). Según el relato neotestamentario, parece ser que esta mujer ejerce las funciones de cabeza de la casa, llevando el negocio familiar (inusual). Además, es ella la que toma la decisión de que los miembros de su familia se bauticen (16,15). Su poder de persuasión “obliga” a Pablo a aceptar su hospitalidad. La “capacidad de acogida del otro” la cualidad más concreta e insustituible de la mujer.


Evodia y Síntique (Flp 4,23) mujeres que han compartido las luchas junto a Pablo en la causa del evangelio.
Ninfa, una cristiana de Laodicea (Provincia de Asia), de quien se dice que acoge a una iglesia en su casa (Col 4,15). Lo peculiar aquí es que no se da el nombre de un paterfamilias varón como la persona en cuya casa se tienen las reuniones de la ekklêsía.
«En Rom 16 se mencionan de forma individualizada  a 26 personas. De éstas 10 son mujeres (Febe, Prisca, Junia, Trifena, Trifosa, Perside, María, madre de Rufo, Julia,etc), es decir, un 40% aproximadamente. Excepto en tres casos: Julia (v.15), la hermana de Nereo (v.15) y la madre de Rufo (v.13), se dice de ellas explícitamente la función o actividad que ejercían en la Iglesia»[9].

CONCLUSIONES

Una lectura crítica de las cartas paulinas y del libro de Hechos revela el gran protagonismo que tenían las mujeres en el cristianismo paulino.

En 1 Cor 11,116, Pablo trató de regular el modo en que las mujeres profetisas debían intervenir en la asamblea comunitaria. La única condición que les pone es que lleven un velo cuando profeticen. Pablo no prohibió su participación activa en la comunidad ni impidió que algunas ejercieran papeles de liderazgo en las comunidades fundadas por él.

¿Con qué nos quedamos? ¿Con las profetisas de Corinto o con quienes unas décadas más tarde les mandan callar?, ¿con el “no hay hombre ni mujer” de Ga 3,28, o con “mujeres, someteos a vuestros maridos” de 1 Tim 2,12?

Es verdad que todos estos textos son parte del Nuevo Testamento, pero es claro también que no todos los pasajes del Nuevo Testamento tienen el mismo carácter. Hay palabras en la Biblia que son como semillas cargadas de futuro, y hay palabras que son frutos de esas semillas en determinados contextos históricos. A mi parecer, Ga 3,28 pertenece a las primeras y 1 Tim 2,12 a las segundas.

Benedicto XVI el que afirma: «Hay lugares y culturas en los que la mujer es discriminada y minusvalorada sólo por el hecho de ser mujer, en los que se recurre incluso a argumentos religiosos y a presiones familiares, sociales y culturales para defender la disparidad de los sexos, en los que se perpetran actos de violencia contra la mujer, haciendo de ella objeto de malos tratos o de abusos en la publicidad y en la industria del consumo y de la diversión. Ante fenómenos tan graves y persistentes parece más urgente todavía el compromiso de los cristianos para que se conviertan por doquier en promotores de una cultura que reconozca a la mujer la dignidad que le compete, en el derecho y en la realidad concreta. (Discurso a los participantes del Congreso Internacional «Mujer y varón, la totalidad del humanum», el 10 febrero 2008)

Ciertamente el calificativo de “misógino” “machista” aplicado a San Pablo, será un prejuicio que lo acompañará, es importante “deconstruir” muchas imágenes erróneas que se fueron tejiendo entorno a este apóstol, reflejando la participación activa y afectiva que tuvieron las mujeres entorno a la figura paulina, aunque no logre “superar” aquellos complejos “androcéntricos” de su tiempo.



[1] Conf. Interpretación de la biblia en la Iglesia: Pág 48
[2] WWW.ACOGERYCOMPARTIR.ORG, San Pablo y las mujeres, pág 7
[3] E. SCHÜSSLER FIORENZA, En memoria de ella. Una reconstrucción teológico‐feminista de los orígenes del cristianismo, Desclée de Brouwer, Bilbao 1989, 226‐233.
[4] G. SISSA, Filosofías del género: Platón y Aristóteles y la diferencia sexual, en: G. DUBY – M. PERROT (eds.), La historia de las mujeres, Altea‐Taurus‐Alfaguara, Madrid 1991, 73‐114.  
[5] FALAGUERA Silla, Remedios. San Pablo y el «genio femenino» Pág 1
[6] Conf. Raymond E. Brown, Joseph A. Fitzmyer, Roland E. Murphy, 0.Carm Nuevo Comentario bíblico, San Jerónimo. Edit. Verbo Divino, Pamplona. Pág 437
[7] Y. THOMAS, La división de los sexos en el derecho romano, en: G. DUBY – M. PERROT (eds.), La historia de las mujeres, Altea‐Taurus‐Alfaguara, Madrid 1991, 115‐181, 127‐131. 
[8] Es un término trabajado especialmente por Remedios Falaguera Silla, pero que tambien se encuentra en la Evangelii Gaudium n°103
[9] WWW.ACOGERYCOMPARTIR.ORG, San Pablo y las mujeres, pág 3

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