EL PEREGRINAR EXISTENCIAL.
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UNA EXPERIENCIA PROFUNDA DEL HOMBRE
Es curioso, encontrar sentido en las pequeñas acciones que vamos realizando
en nuestro existir cotidiano. El hombre está dotado de una tremenda capacidad
cognoscitiva, que hace del él un ser abierto a las sorpresas pero al mismo
tiempo al aburrimiento.
¿Aún despertamos en nosotros el
asombro? o ¿ya nada nos asombra?, Sin el asombro la filosofía no hubiese tenido
origen.
Precisamente fue asombrosa la experiencia que tuve al peregrinar al Santuario del Señor de
Qoyllur Rit´i, que por cierto este año cumple 237 aniversario desde su aparición, allá por los años 1780.
Después
de caminar y sentir el cansancio me cuestioné: ¿Qué es lo más importante de esta festividad?
Nada. No hay nada exclusivamente importante. Todo es importante,
desde un encuentro con la naturaleza que es necesario cuidarla, hasta el
encuentro con el Creador de la misma; la fe del
pueblo, que aunque no pueda mover montañas nos hace caminar sobre ellas;
la Eucaristía celebrada a esas alturas, la Imagen del
Taytacha de Qoyllur Rit´i
que nos transmite confianza y descanso;
la oración y los cantos en quechua que tocan lo profundo del alma: el
llanto, los ruegos y suplicas, la solidaridad, el compartir, las danzas que nos
transmiten ánimos y alegría; las caídas
en el camino, el frío, el cansancio que no molesta sino que es gratificante, y muchas otras
experiencias que nos marcaran para siempre.

Como me conmoví al ver a un señor que bajaba con muletas, casi arrastrándose, era impresionante la fe que tenia.
Más allá de buscar caprichos y realizar una reflexión
forzada de esta asombrosa fiesta, reconociendo únicamente una parte (Andina) y
excluyendo otra (La religión católica), perdiendo el sentido de lo que
actualmente se celebra (inculturación), es importante aproximarnos a esta
manifestación de la fe del pueblo, con un adecuado realismo y en su sentido
integral.
Un caso concreto fue cuando converse con el Arariwa, o caporal de los "Wayri Chunchus" que por cierto, son los preferidos del Señor, me decía que su atuendo llevaba muchos signos de respeto a la naturaleza, llevaba soles en su brazo, y la luna en el pecho. Ante la pregunta decisiva que le hice ¿y tu vienes por el sol y la luna? me respondió que no, ellos nos acompañan cada día, al igual que el Taytacha. - !Yo vengo por el Taytacha de Qoyllorriti, que es el Señor de Tayankani¡
Me detendré entonces en esta disposición natural que cada uno
tiene en el transcurso de su vida.
El sentido del peregrinar.
Reflexionaremos sobre este punto desde la filosofía. El hombre fundamentalmente es un ser
que se mueve, que camina, que peregrina. El filósofo Gabriel Marcel lo definirá como un “Homo Viator”, en su famoso libro que lleva el mismo título, para
este filósofo el hombre es un ser en camino, que se desplaza, que está en
constante itinerancia, aunque dejó en claro que estar en constante
itinerancia no es sinónimo de una
evolución biológica, sino de un permanente proceso de movimiento y cambio
dentro de un caminar. En palabras más simples, este peregrinar es un
acercamiento a la trascendencia.
El gran filósofo existencialista Gabriel Marcel, hace
mención también de la presencia de la esperanza, que es innata a la naturaleza
humana y que empuja al hombre a caminar, esta obra “Homo Viator” comienza con el texto “yo y el otro”, donde hace
referencia también a la presencia del del otro.
No estamos solos, al tener la disposición de caminar y
peregrinar salimos al encuentro del otro, pues pareciera que vivimos en «un régimen tal…si se quiere del amor propio,
que es al mismo tiempo el más despersonalizante que pueda existir» [MARCEL, pág 30].
El yo egoísta me despersonaliza, por lo tanto la acción que
propone este filósofo cristiano es la un yo como don, como entrega donante, por eso afirmó:
“No hay nada en mí que no pueda o no deba ser
considerado como don”.
El peregrinar que realicé al santuario del Señor de Qoyllur
Rit´i, refleja esta disposición del hombre, de salir de uno mismo, de mi
cotidianidad, salir de mis preocupaciones, de mis intereses, en definitiva de
mi yo egoísta. Lo mismo sucede en un peregrinar existencial, en el peregrinar
de nuestra vida, donde debemos considerar que al ser egoístas e indiferentes
hacia los otros nos despersonalizamos, porque lo nuestro debe ser la solidaridad,
el compromiso, la entrega y el don, como también dijo el filósofo español
Xavier Zubiri.
El peregrinar es inherente a nuestra naturaleza,
corresponde a nuestra condición peregrinante, que se manifiesta desde nuestro
nacimiento hasta la muerte.
El hombre camina, busca nuevos horizontes y entabla metas;
tiende al infinito; sube montañas sagradas en cuya cumbre la tierra toca
idealmente el cielo. Es una apertura
hacia los otros, hacia la naturaleza y hacia Dios, donde es importante
valorizar la partida, el camino, la meta y finalmente el retorno. Teniendo
siempre la confianza que el Señor es nuestro compañero de camino, camina con
nosotros.
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