Hoy celebramos el Domingo XVII del Tiempo Ordinario, y en
nuestra tierra del Cusco aún se vive un
clima de zozobra, de lucha, de intranquilidad con cierta dosis de preocupación.
Termina el mes de
Julio, en este mes patrio el Perú cumple un año más de Independencia que es
gloria y honor de muchos peruanos, y en palabras de San Martín “Justicia de su
causa que Dios defiende”.
Es inevitable no traer
a reflexión los momentos difíciles que vamos atravesando, pues esta fiesta no
solo son desfiles “militares y civiles”, ni tampoco espacios para discursos
entusiasmantes que no tocan las llagas de los problemas, por miedo a que
sangren o arrojen pus.
En un ambiente con
muchos conflictos sociales, la Palabra de Dios se hace presente con la
motivación de pedir: SABIDURIA.
Salomón (1°
Lect: 1 Reyes 3, 5.7-12) no pidió poca cosa al Señor al pedirle
sabiduría (discernimiento del bien y del
mal para gobernar al pueblo), sabiduría que era sencillamente un “saber
práctico”.
¿Estaremos pagando por
nuestra falta de interés de conocer a quienes vamos a elegir como nuestros
futuros gobernantes?
¿Por qué los peruanos
seremos muy olvidadizos y no escarmentemos con nuestras malas elecciones?
En tiempos como el que
estamos viviendo, es preciso repensar nuestro camino, no para ahogarnos en
nuestras preocupaciones, sino para comenzar “Ya” por buscar, sembrar, practicar
y vivir con SABIDURIA.
¿Qué pedirías si Dios
te diría las mismas palabras que a Salomón: «Pídeme lo que crees que debo darte»? es
verdad, suena a un Dios como “Ado padrino” o un “Genio de lámpara”, pero la
pregunta es válida.
Nuestras respuestas
serian variadas (salud, trabajo, amor, dinero, cumplir nuestros proyectos,
terminar la carrera, una buena familia, etc.)
¿Cuántos pediríamos
sabiduría? Pues el que tiene sabiduría,
tiene todo: felicidad, sabe cuidarse (salud), educar a sus hijos (buena
familia), hace las cosas bien (trabajo), etc.
¿Qué es la sabiduría?
No solo es discernir
el bien y el mal, se trata de abrazar el bien, pues no solo importa
conocer el bien, sino es llevarlo a la «Praxis», por ello decimos que es un
saber práctico.
«Aquel
que conoce el bien y no lo practica, es como aquel que ara y ara y nunca
siembra».
La
sabiduría nos mueve a despertar. “El peor enemigo de un gobierno corrupto es un
pueblo con sabiduría”
Sabiduría que es
preciso buscarla y fomentarla, para ello están los libros, las obras
literarias, películas, obras de teatro,
las canciones, los cuentos, el diálogo con personas mayores, y desde luego la
Sagrada Escritura, muy especialmente los libros sapienciales (Job, Proverbios,
Eclesiastés, Eclesiástico y Sabiduría — Evangelios)
Todos tenemos una dosis
de sabiduría, tenemos que incrementarla y fortalecerla, no se reduce a un grupo
de iluminados ¡Entiéndelo!
Esta sabiduría eterna,
se hizo histórica, es decir, se encarnó en nuestra historia en la persona de Jesucristo. Y es Él quien nos
dejó palabras con un gran contenido de sabiduría, y aun más que eso, nos trajo
el Reino, que es un vivir con sabiduría y en la sabiduría.
Por ello con una
sabiduría practica y ordinaria nos relató estupendas parábolas, como las que
leímos este domingo (Mt 13,44 —52).
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En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 44 «El Reino de los Cielos es
semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. 45 También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, 46 y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra. 47 También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; 48 y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. 49 Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos 50 y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. 51 ¿Habéis entendido todo esto?» Le dijeron: «Sí». 52 Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su arca cosas nuevas y cosas viejas».
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En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 44 «El Reino de los Cielos es
semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. 45 También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, 46 y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra. 47 También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; 48 y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. 49 Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos 50 y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. 51 ¿Habéis entendido todo esto?» Le dijeron: «Sí». 52 Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su arca cosas nuevas y cosas viejas».
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El tesoro y la perla,
es Jesús y que el hombre vende todo lo que tiene para obtenerlo, solo el hombre
sabio podría tener tal actitud.
¿Te
entusiasma buscar ideales justos?
La red con los peces
buenos y malos, nos refleja la plenitud del Reino, en donde Dios (ángeles)
juzgará y escogerá a los buenos y malos, es decir manifestará su sabiduría
Divina.
En nuestra Iglesia
existirá hasta el final de los tiempos, esas dos realidades de buenos y no tan
buenos, el Trigo y la Cizaña, y ojo es tarea de Dios separar y juzgar, no la
nuestra.
Así que cuando estés a
punto de juzgar, acuérdate de esa parábola, porque puedes creer que Dios te
mira como trigo o como un pez bueno, pero en realidad eres cizaña o un pez
podrido.
No estamos para juzgar,
para poner etiquetas, sino para aprender a convivir, discernir y sobre todo a
acoger el bien con libertad y felicidad, créanme, eso cuesta mucho pero a ese
ritmo vive un cristiano.
Pide sabiduría, y no
pedirás poco, y no solo pide para ti, sino para nuestros gobernantes, para que
puedan solucionar los conflictos sociales y todos procuren el bien común, solo
así festejaremos que nuestra patria es libre.