CRUZ VELAKUY, VIVENCIA ENCARNADA EN LA FE DEL PUEBLO

18:09:00

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Por: Mijaíl Enríquez


La fiesta de la velada de la  Cruz, refleja una vivencia que supo armonizar tradición y fe.

En torno a la cruz, se encuentran estudios de gran profundidad, ya sean sociológicos, religiosos, culturales, etc. que resultan muchas veces muy abstractos; somos un pueblo más práctico; y es allí donde la cruz se inserta en la vida existencial y cotidiana de cada creyente.

Por lo tanto, no se trata de un conocimiento estático, y homogéneo, sino existencial, cotidiano y salvífico. Esta dinamicidad no solo es una categoría religiosa de “cierta antropología”; sino que cada «cultura es algo dinámico, cada pueblo es el creador de su cultura y el protagonista de su historia» (Papa Francisco)

Dentro de la teología popular, la cruz no es signo de muerte sino de vida, y sobre todo de protección contra el mal, contra  los accidentes, las enfermedades, catástrofes, las desgracias, engaños, etc.
También es una fiesta de agradecimiento, por los bienes materiales recibidos, por alguna meta lograda, por algún milagro realizado, por el pan de cada día, por el trabajo, la salud.

«En el mundo andino, el culto y festejo a la Cruz no refuerza un fatalismo. Más bien, significa vida y protección para el pobre» (Diego Irarrázaval)



Es difícil no entrar en aquellas discrepancias, que surgen en ámbitos donde se quiere buscar cierto indigenismo puro, inmaculado y dogmático, que ve en la cruz un instrumento de “imposición” y “dominación”; que en palabras sencillas es continuar con  una lectura anacrónica de la “evangelización católica” hoy.
Alguno quizá diga: “pero se han impuesto cruces en lugar de las huacas y apus” pero pregunto ¿Qué pasó después? No es acaso, que el hombre acepta como suyo aquello que no está en contradicción con su vivencia.




Es tiempo de sanar heridas, reconocer con humildad nuestros errores, entablar diálogo académico serio, y sobre todo “DECONSTRUIR nuestros dogmas”; no dejarlos, sino tener una actitud de apertura, sabiendo que todas las cosas pueden ser de otra forma.

La cruz más que haberse “impuesto”, o inculturado se ha encarnado existencialmente en cada creyente que quizá sea el primer signo religioso que aprenda y sea el último que quiera hacerse.
¿Quién no ha recibido del “magisterio” familiar la enseñanza de hacerse una señal de la cruz, como señal de  protección, antes de salir de casa, antes de viajar o salir a la cancha?

A los creyentes nos queda deconstruir nuestra mentalidad de apropiación y muerte, que solo se queda en “chupavelakuy” o “cruz-chupakuy” y continuar la línea que historiza el cuidado y la protección dada por la Cruz.



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