¿Evangelizar y/o Dominar?
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¿Evangelizar y/o Dominar?
Por:
Mijaíl Enriquez -2018
Para los que vivimos en un espacio cultural muy particular como el
Cusco, cuna del Tawantinsuyo y al mismo tiempo tierra de ferviente fe católica;
siempre será un estigma que tendremos que sobrellevar, el tratar de
re-conciliar, de-construir, ese prejuicio de que todo lo proveniente de Europa
y sobre todo el Cristianismo fue un mecanismo de dominación y opresión. Esta
actividad de releer, implica profundizaciones en el inicio del proceso de
evangelización, el texto de Muñoz nos ofrece una perspectiva.
Ciertamente el encuentro de estas dos culturas se dieron en desigualdad
de condiciones, y los pocos misioneros (cristianos) venían con una mentalidad
de expansión y dominación. Esos pocos hombres de fe, acompañaban a sus otros
compatriotas con ansias de poder, dinero, fama. Es precisamente allí donde se juega intereses políticos y religiosos,
estos hombres representaron la cultura europea, por lo que asumieron el encargo
de transmitir las verdades y dogmas de la religión cristiana. Se convirtieron
en “civilizadores” de aquellos “in-civilizados”.
Dentro de la investigación de Fanny Muñoz, se analiza la introducción de
la fe católica por parte de los miembros de la Compañía de Jesús, llegados en
1568 al Perú. Con ello, no abarca todo el proceso de evangelización, sino delimita
su campo de estudio.
La investigación refleja aquella verdad que es determinante “las
palabras unidas a las acciones son capaces de trasformar la realidad” pues «de
todas las nociones (ideas) que introducen los misioneros a los indígenas, la
noción de pecado, de culpa: es fundamental» (Muñoz: 64) esta noción se impregnó tanto, en las
estructuras de sus creencias, costumbres y organización social.
¿Qué entendió el indígena por pecado? la autora considera “polémico”
asimilar estas nociones, «al pecado como transgresión a las leyes divinas, se
sumó la condena de los ritos y prácticas propias de la religiosidad indígena»
(Muñoz: 69) por lo cual los misioneros tuvieron que buscar innovaciones para
transmitir esa posibilidad de redención y salvación que hacía del pecado sujeto de confesión, que cumplía doble
función, era a su vez control de la moral y al mismo tiempo instrumento de consolación.
“Una evangelización lenta, pero segura” [Los
Jesuitas y la práctica de las confesiones]
La misión de los jesuitas estuvo documentada en las cartas Anuas y otros
documentos, que básicamente era la correspondencia entre los miembros de la Compañía
y las autoridades civiles, ello constituye su fuente de investigación.
La evangelización tuvo grandes retos, como el transmitir una nueva
doctrina, el afán de la conversión y bautizos masivos. Sin embargo, al inicio
los jesuitas siguiendo las indicaciones señaladas por su Gral. Francisco de
Borja, priorizaron la evangelización de los convertidos. Esto les motivó a
fundar escuelas y centros de formación. Los misioneros tuvieron que adentrarse
mucho a la cultura y sus pensamientos, el conocimiento del mundo andino indígena permitió
refutarlos. Para ello, era importante el manejo de la lengua (indígena) y la
administración de la confesión.
El único recurso fuerte que tuvieron los misioneros fue la «palabra», sea dicha en forma de sermón, predica o plasmada en un
catecismo (quechua y aymara, entre otros), donde se enfatiza la noción de
pecado, premio o castigo divino, y desde luego la posibilidad de la redención. Aunque
transmitieron la imagen de un Dios misericordioso y castigador, esta segunda
imagen logrará sobreponerse sobre otras, por lo que primó una pastoral del
miedo, del temor.
Dentro de esta pastoral del temor, la condenación de lugares y
cosas como los “malquis” pudo ocasionar
graves trastornos en la mentalidad indígena. ¿Cuáles eran los pecados que cometían?
Entre los más recurrentes: la poligamia, concubinato, vida sexual, idolatría, “amancebamiento”,
embriaguez, poca sinceridad en la confesión. Sin embargo, había muchas
realidades que para ellos les resultaba normal. En el caso de la idolatría, en
el pensamiento andino, se podía aceptar una deidad sin dejar las otras; en el
caso del adulterio, la élite del Inca podía tener una práctica poligámica mas
no así en el llano del pueblo, etc. «Los jesuitas procedieron a refutar la idea
de pecado y la práctica de expiación realizada por los indígenas» (Muñoz: 71) como golpes con piedras, todo ello estaba en
contraposición con la idea de pecado en el sentido cristiano, porque el pecado
se encuentra en el «alma».
Para tratar de cambiar esas mentalidades desviadas utilizaron el “recurso memorístico” y la “novedad” que pude
encontrar fue que éste sistema al inicio se apoyó en los famosos “Quipus” prohibidos más tarde por el III
Concilio Limense (1582)
Entre las reformas establecidas por los jesuitas, estaba el cambiar de
una a tres confesiones al año. «Una mayor frecuencia permitía un mayor control
de la persistencia o no de los ritos idolátricos» (Muñoz: 72) Al parecer hubo distintas motivaciones que
sintieron los indígenas para acercarse al confesionario, no solo estaba el
temor fruto de la predicación del castigo eterno o la imagen del infierno, sino
tambien, otras de carácter social como la obligación impuesta por su ayllu.
Confesionario para Curas de Indios.
Este confesionario es un manual (1585) cuya estructura se parecía a los manuales europeos, publicado en el Perú,
a solicitud del III Concilio Limense. Surge en un contexto de unificación
pastoral evangelizadora, como auxilio para facilitar la labor misionera.
Ciertamente fue todo un proceso, que la autora lo atribuye a los Jesuitas. Se
pretendía señalar los «ritos y prácticas del mundo indígena las que tenían que
ser erradicados de su mentalidad» (Muñoz: 83)
La finalidad de este “confesionario” era doble, por un lado pretendía
que los misioneros tomaran conciencia de las persistencias de los ritos
idolátricos, de las “realidades” después de la muerte por parte de los
indígenas. Pues la aceptación de la fe cristiana exigía de la renuncia los
otros ritos idolátricos «la admisión de la fe, requisito indispensable en el
discurso uniforme y definido del cristianismo se mostró incompatible con la
mentalidad indígena» (Muñoz: 82), y por otro lado, al contar con un manual este
servía de guía para poder atender mejor las confesiones y los pecados de los
indios. Este manual era de uso libre.
Lo que me parece interesante fue esa apertura “parcial” del conocimiento
de la religiosidad indígena para poder estar en mejores condiciones de
refutarla, digo parcial porque la finalidad era introducirlos en la fe
cristiana, con todo; este texto reflejo la síntesis del conocimiento del mundo
indígena. La autora hace referencia incluso redundante en referencia al tema
del pecado, no por ello, sin razón, pues el pecado y sus consecuencias será la
«llave explicativa de la diversidad de la cultura indígena» (Muñoz: 81)
El infierno y el castigo eterno fue una imagen potente que logró mover
voluntades. El infierno era una posibilidad, no la última palabra, pues
proponían medios como la confesión para liberarse de esa pena.
EL MATRIMONIO
El “emparejamiento” en la mentalidad andina es de suma importancia,
porque está vinculada al equilibrio, a la complementariedad y al orden social. Los
matrimonios más que decisiones personales de amor, son consensos de grupos sociales,
e imposiciones de carácter endógeno. (Dentro del ayllu)
La practica el “servinakuy” o “concubinato”, es indispensable para la
futura relación matrimonial, la valoración a esta práctica hacia que en la
mentalidad andina, las virtudes de honor y virginidad de las mujeres no se
contemplen, a excepción de las vírgenes del Sol.
Del mismo modo, la poligamia fue aceptada solo para el Inca y sus
familiares. Frente a estas vivencias “normalizadas”, los confesores
transformaban los papeles tradicionales, imponiendo y reglamentando el
matrimonio cristiano; prohibiendo las vinculaciones de parentesco antes del
segundo grado. Ante todo, según refiere el P. Acosta, la educación y las
costumbres de los indios era una de las mayores dificultades en la predicación
del Evangelio, algo que desde luego es comprensible, pues estaban marcados por
la concepción de que el cuerpo y el sexo son sinónimos de pecado.
Para que pierdan la vergüenza y la desconfianza, y a modo de animar a la
confesión, los sacerdotes les explicaban el “sigilo sacramental” aunque Muñoz
no se refirió con este término expresamente. Detalla «Yo no le diré a nadie,
aunque me maten no me enojare, ni te castigare, antes te querré mucho, y de
parte de Dios te absolveré, perdonare tus pecados y olvidaré todo lo que
hubieses dicho, como si los echase en medio de la mar» (Muñoz: 92)
A modo de conclusión mencionaremos que el texto de Muñoz es motivador, la
perspectiva y delimitación de su
investigación proporciona datos considerables, como la noción de pecado, culpa,
confesión, practicas relacionadas al matrimonio, a la moral, especialmente a
las prácticas sexuales, al culto de
“deidades” , entre otros.
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