“¿LA LIBERTAD ES SUPERIOR A LA MISERICORDIA?”

8:28:00



DOMINGO XXVI  DEL TIEMPO ORDINARIO- Ciclo C
“¿LA LIBERTAD ES SUPERIOR A LA MISERICORDIA?”
Por: Mijaíl Enríquez Huamani.
Cusco, 25 de Septiembre del 2016
 

Primera Lectura: Amós 6,1a 4-7 “Contra la falsa seguridad de los sibaritas”.
Segunda Lectura: 1 Timoteo 6,11-16 “Solemne Exhortación a Timoteo”
Evangelio: San Lucas 16,19-31 “El  Hombre Rico y Lázaro, el pobre”




Este domingo las lecturas reflejan realidades muy comprometedoras,  es inevitable que en el Evangelio  que significa (Buena Noticia), nos manifieste rasgos del tan temido “INFIERNO”, pero no se aterroricen, intentaremos comprender a que se refiere este pasaje cuando se refiere al “abismo” (Lc 16,23) “Hades” “Scheol” o al “Seno de Abraham”.

Pero no nos enfoquemos demasiado en el infierno, sino en el mensaje de misericordia por parte de Dios y la  continua conversión a la que estamos llamado todos, de volver a Dios frecuentemente, y en definitiva de no olvidarse del principio de la solidaridad con “Todos”, especialmente con los más necesitados, con los pobres, con los lazaritos  del que muchas veces solo los cuida Dios.

Pero adentrémonos en el texto, siendo parte de la escena.
En la primera Lectura nos encontramos con los famosos “SIBARITAS”, aquellos hombres que provenían del pueblo de Sibari, que se jactaban de lo que tenían, se preocupaban por mostrar sus lujos y de presumir sus riquezas, disfrutan de banquetes, y se olvidaban de los más necesitados, en su entorno solo estaban otros “Sibaritas”, no contaban con los pobres, enfermos, estos simplemente era “descartados” como diría el Papa Francisco. 
Y consecuencia, viven confiados en sus riquezas.    
“Beben el vino en elegantes copas y se ungen con delicados perfumes, sin apenarse por José” (Amós 6,6)

Este comportamiento de confianza en uno mismo y en sus propias riquezas, siendo indiferente ante el dolor  y sufrimiento humano, es representado en el       Evangelio por el “HOMBRE RICO”:
                              “que vestía de purpura y lino, y todos los días                                         celebraba esplendidos banquetes” (Lc 16,19)

¿Qué estomago tendría este rico?, uno muy grande me imagino, para poder celebrar todos los días (exceso). Pero a pesar de ello, el Evangelio no nos dice que era malo o pecador.



Pero también conozcamos a Lázaro, el otro personaje de la parábola que curiosamente es mencionado con nombre propio, recordemos que Jesús tenía un súper amigo también llamado Lázaro que cuando murió éste, Jesús se puso a llorar…
¿Cómo lloraría, alguien le alcanzaría un pañuelito?...
 Lo único que menciona la Sagrada Escritura es que la gente se admiraba, pues decía “como lo quería”, después lo resucitó (conf. Jn 11,35-44)

                         ¿Si nuestros amigos se murieran y pudiéramos resucitar                                                   a unos cuantos a quienes seria?

Pero el personaje de la parábola es un hombre demasiado pobre, nadie se ocupa de él, es un despreciado, un marginal, alguno diría es “la chusma”. Por su condición de estar revestido de llagas, llagas que son lamidas por los  perros. Solo quería que alguien le alcance las migajas que caía de la mesa del rico.
El momento decisivo les llega a los dos, la muerte no distingue a nadie, nos llegará a todos, no discrimina ni escoge, trata a todos por igual, y es precisamente ese momento en el que Lázaro es llevado al Seno de Abraham, es decir a un lugar privilegiado, donde mora Abraham.
Por su parte, también el rico muere y es conducido al abismo, al Hades, al Infierno, y ahora es él, el que suplica que Lázaro le lleve un poco de agua, aunque tan solo sea en la punta de su dedo, porque no soporta el tormento de las llamas.
Hay tormento, desesperación, pero no se consume en el fuego devorador, sino que vive atormentado, en definitiva ese el infierno, un alejamiento de Dios, un estado de permanente tormento, un eterno sufrir.

“Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y los bienaventurados es lo que se designa  con la palabra infierno” (C.E.C 1033)”

El hombre rico se va al infierno no por el simple hecho de ser rico, sino porque no pudo abrir las puertas de su egoísmo, de su autosuficiencia, no abrió la puerta para la solidaridad con los más necesitados, fue indiferente, cerró sus ojos ante el sufrimiento humano.
Frente a estas realidades que están más allá de nuestra experiencia personal, vemos reflejada ciertas verdades, como el abismo que separa el estado donde está Abraham y el hades o infierno.

¿Es superior nuestra libertad a la Misericordia de Dios?

Después de muerto no hay arrepentimiento, el infierno no es un castigo de Dios, que viene de afuera, es una posibilidad de la libertad, Dios quiere que todos se salven, pero es recontra respetuoso que no violenta nuestra libertad, no nos obliga a amarlo, pues por la grandeza de la libertad estamos abierto a posibilidades, a aceptar el amor misericordioso de Dios, y construir el cielo desde la tierra, hasta el alejamiento total de Dios, y empezar a vivir tramos de tinieblas que conducen al infierno, de nosotros depende.
Al ver el sufrimiento, aquel hombre rico quiso que alguien advierta a sus hermanos, para que sus libertades sean conquistadas y vuelvan a Dios, pero Abraham es claro:
“Ya tienen a Moisés (Ley) y los profetas” (Lc 16,29)
Sino los escuchan aunque resucite un muerto no lo escucharan…
Es así que el mensaje de este domingo tenga estrecha relación con el anterior, cuyo tema motor es la riqueza y la relación del hombre con ella, pues sin dejar de ser mandato expreso, la solidaridad debe estar presente en nuestras vidas, sin importar el credo o las motivaciones, acojamos a todos.
Vivamos nuestro combate de la Fe como nos anima San Pablo en la Segunda lectura:
“Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia la delicadeza” (1 Tim 6,11) yo le aumentaría la solidaridad y la misericordia.
Pobres los tendremos siempre (Mt 26,11) pero cabe preguntarnos, ¿Por qué son pobres? ¿Los pobres nos enseñan algo? ¿Los pobres están para nuestra salvación? Es verdad que los tendremos siempre, quizás nuestro compromiso con ellos no desaparezca la pobreza, quizás nuestras pequeñas acciones no terminen con la pobreza, pero tengo la seguridad que almenos con nuestro cuidado aminoraremos su impacto, aliviaremos su sufrimiento, y nos enriquecerán con su pobreza.

¡Si vez un lazarito que necesita nuestra ayuda no seas indiferente!













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