“SÉ EN QUIEN TENGO PUESTA MI FE”

19:07:00

DOMINGO XXVI  DEL TIEMPO ORDINARIO- Ciclo C
“SÉ EN QUIEN TENGO PUESTA MI FE”
Por: Mijaíl Enríquez Huamani.
Cusco, 02 de Octubre del 2016
 


Primera Lectura: Habacuc 1,2-3; 2,2-4: “Justicia”
Segunda Lectura: 2 Timoteo 1,6-8. 13-14 “Favores recibidos por Timoteo”
Evangelio: San Lucas 17,5-1 “El poder de la Fe”

Dentro de las muchas anécdotas que ocurren en esta antigua casa de formación, recuerdo un muy particular que quizá nos ayude a comprender el mensaje de este domingo.
“Cierta mañana dos seminaristas conversaban sobre la cantidad de niños que tenían en sus catequesis, cuando de pronto el más “ocurrente” preguntó: -¿hermano, tienes fe? La respuesta fue de inmediato: - Claro-  y sin embargo continuó; -  haber dile a aquella montaña que se mueva-. Aquel hermano se quedó pensando y juntos se pusieron a reír”

El evangelio nos habla del PODER DE LA FE, aunque sea pequeñita.
Muchos pesimistas hablan de la perdida de la fe, como resultado de nuestra cultura contemporánea, y es cierto, pero la fe como puede desaparecer, perderse o apagarse, puede ser encendida, puede resurgir y avivarse.
La fe sigue siendo parte de nuestras relaciones personales, muchos tienen fe de eso estoy seguro:

“no suben al carro y le piden su brevete al conductor para asegurarnos que sabe manejar”
“tampoco todos pedimos la prueba del ADN a nuestros padres para asegurarnos de que ellos sean los verdaderos” (a menos que hayamos nacido en Arequipa)

LA FE es confianza, y por lo tanto una RELACIÓN, y no solo en Dios sino en nosotros mismos y en los demás. Si alguien nos engaña, rompe nuestra confianza, pero uno tiene la grandeza de volver a confiar, y de hecho  lo hacen.

¿Por qué no confiar en Dios?

El profeta Habacuc nos relata:

      “Hasta cuando, Señor pediré auxilio sin que tu escuches…
Porque me haces ver las injusticias mientras tú me haces ver la opresión”                (Hab 1,2-3)

¿No es acaso un grito de desesperación y un silencio de Dios?

EL señor responde, “nos seas cobarde”
Pablo dirá: 
                    “El Señor no nos dio un espíritu de timidez, sino de fortaleza,                                                               caridad y templanza” (2 Tim 1,7).

Toda esta fortaleza viene de Dios, FE + FORTALEZA, por ello “no me siento un fracasado porque sé muy bien en quien tengo puesta mi fe” (2 Tim 1,12).
Si confiamos en otras personas, ¿Por qué no confiar en Dios?, la fe es un acto libre, personal y comunitario, es un don, un regalo, que debemos pedirle a Dios, al igual que los Apóstoles: “Señor, auméntanos la FE” (Lc 17,5)

Y todos saben que “CON FE NOMAS”, lograremos grandes cosas, sin ser tan alaracosos o creernos mejores que los demás.

Cuando uno muera la FE y la ESPERANZA, ya no servirán, porque habrá visión y contemplación, solo el amor, la caridad y la misericordia con los demás nos ayudará.
Y no crean que será nuestra carta de presentación, porque no ayudamos a los necesitados, a los pobres porque seamos geniales o para ganar el cielo por nuestros méritos, sino porque es un impulso del amor que nos ayudará decir:


“No somos más que unos pobres siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer”(Lc 17,10)

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